Walter Trujillo Moreno

UN BARCO DE VELA LLEVA MIS CENIZAS


El mar juega con mis átomos entre sus arenas y el polvo diosal,
no al pasado, el presente, el futuro, ni lo lineal, ni lo curvo,
simplemente un instante,
una mirada, un alfombra blanda y extensa

 

Recostado en un mar,
cercano a lo último vivido,
donde las olas van y regresan hasta perderse en el horizonte,
nunca olvidan lo visitado,
depositan una ofrenda,
un recuerdo,
un granito de arena,
una partícula de mis cenizas.

El mar se baña de sangre en la Biblia,
en la edad media,
en las colonias,
en las conquistas de mundos falsos,
en la guerra,
en la injusticia,
en las masacres,
en los sueños de emperadores,
reyes,
generales
y ávidos de dinero y poder.

La sangre sigue la sangre,
el polvo sigue al polvo,
las lágrimas sigue siendo sal,
el tiempo cura todo,
el tiempo limpia todo,
guarda todo,
mantiene todo,
lo detiene en el tiempo,
solo la forma cambia.

El mar no duerme,
no respira,
siempre esta vivo,
si al mar lo llenas de plástico,
de basura,
de estiércol y petróleo,
te vuela la cabeza,
te llena tu casa de agua y sal,
te lleva al más allá y más allá del más allá.

Penétrate en el mar como esperando un orgasmo,
respeta sus habitantes raros y Dioses antiguos,
ofrécele una flor,
un bombón,
una lágrima.


Si entiendes sus mensajes,
eres capaz de armonizar o dialogar,
evitar dolor,
sufrimiento eterno,
malas noches y la muerte.

Ni piedras,
muros,
rompe olas,
pueden contra su furia,
enojo,
fuerza,
quizá un grano de sensibilidad,
un segundo de reflexión,
una milésima de conciencia,
garantizan al mar y sus habitantes externos,
vivir un par de siglos en paz y a orilla diferentes.

 

Por Walter Trujillo, Abril 2016-04-09