CAMINANDO
Perdido en un desierto descarnado
Carente de ilusión y sentimientos,
Buscaba entre la gente muy atento
Esa muestra, ese gesto tan ansiado,
Que reviviera mi alma con su aliento.
Y cuando estaba más desesperado
Observé a mi lado a aquel chiquillo
Que jugando con algo tan sencillo
Como aquel trozo de cartón pintado,
Me devolvió de la mirada el brillo.
Y renació de nuevo la ilusión
De aquellos días de infancia pasados
Esperando los juguetes tan ansiados:
La pelota, la peonza o el camión,
Y los buenos momentos disfrutados.
Vi en el abrazo de su madre a un niño
Reflejado el amor en su mirada
Y recordé mi infancia ya olvidada,
Y sentí la ternura y el cariño
De mi madre en mi alma torturada.
Más tarde paseando me encontré
A un joven que atendía a una mujer
Que, con un rapazuelo entre los pies,
Se tomaba con ansia aquel café,
Amamantando al tiempo a otro bebé.
Contemplando aquel gesto solidario,
Se reavivó en mi alma la esperanza
Y sentí nuevamente confianza
En la gente, en el héroe diario
Que prodiga con otros su crianza.
También vi unos pequeños que jugaban
Y al observarlos detenidamente,
Pude ver que vestían diferente,
Incluso que distinto se expresaban
Pero que a ellos les era indiferente.
Me llenó de alegría el corazón
Ver varios niños de distintas razas
Jugando en los arcos de la plaza
Sin demostrar ninguna distinción
Y a sus padres juntos en la terraza.
En oasis se convirtió el desierto,
En vergel de perdidos sentimientos
Y en él resucitaron los momentos
De ilusión, de esperanza y de contento,
Que sirvieron a mi alma de sustento.
Mayo de 2016
Jose Cruz Sainz Alvarez