Dos cuerpos deseosos de ser devorados mutuamente,
descubrir el punto g, acompañados por el éxtasis,
unir los labios en besos dementes,
apaciguar la sed sexual en el oasis.
Anhelando que sus colinas seán recorridas,
con delicadeza, pero con manos firmes,
despertar esa furia dormida,
disfrutar esa pasión sublíme.
Gemir, morder y quizás hasta llorar de placer,
combinaciones que transporten a la locura,
que hay de malo en querer enloquecer,
libre expresión, un sexo sin ataduras.
Sin temor, desea ser acariciada hasta el monte de venus,
perder la noción del tiempo, olvidar su timidez,
el fuego sexual derrite la escala Celsius,
a este nivel, ya no existe frigidez.
Entre besos, calenturas y suspiros,
el sexo pasa a ser consumado,
dando punto final a este ardiente amorío,
perfecto enlace en dos seres amados.