Íntima y frágil, suave y primorosa,
recostada a mi lado, así te pienso,
como aquel abrazo de amor intenso
que hizo florecer en mi una rosa.
El brillo de tu cabellera luminosa
aumento mi ardor y dejó indefenso,
entraste en mí como intimo incienso
purificando mi alma temerosa.
Tú borraste toda incertidumbre
y arrancaste espina tras espina
que en mi causaban pesadumbre.
Ahora mi sombra junto a la tuya camina,
hasta juntos alcanzar del amor la cumbre
donde nuestra alma ante Dios se inclina.