Si tuviera que elegir a quién querer,
jamás la elegiría a ella,
ni esperaría su voz calmada y alegre
llamándome, a susurros, con dulzura.
Si tuviera que elegir cómo quererla,
jamás lo haría como la quise,
ni esperaría ver en sus ojos el brillo
que anhelan mis pupilas solitarias.
Si tuviera que elegir cuándo quererla,
jamás en verano, ni en invierno,
ni cuando cae la última hoja,
ni cuando el primer brote verdeguea.
Si tuviera que elegir...
si pudiera elegir a quién querer,
¿Qué sería la vida?
¿Qué sería mi vida?
La he querido durante tantas primaveras,
su voz, su pelo, sus labios, su sonrisa.
La he querido a destiempo más que nunca,
sus ojos, la forma de lanzar sus piernas.
La he querido más que nadie que conocía.
Si tuviera que elegir...
si pudiera elegir a quién querer,
a quién haber querido,...
sin dudarlo la dejaría de querer a ella.
Es duro admitir que sus ojos no brillan
en las pupilas solitarias que engalanan
el fracaso de haberla amado tanto.
Es duro saber que recordarla
jamás será un consuelo a lo que siento,
recordar lo mucho que la quería,
recordar lo poco que era para ella...
Si tuviera que elegir...
si pudiera elegir a quién querer...
sin dudarlo la querría a veces, en mis sueños,
y dejaría de quererla al despertar, en mi vida.