Aprender a arriesgar,
es parte de algunas vidas,
no de todas, es parte de amar,
es parte de vivir y ambicionar.
Aprender a arriesgar,
es meditar ante la oportunidad,
es estudiarla, cotejarla, sin olvidar,
los puntos débiles de cualquier plan.
Aprender a arriesgar,
es apostar cuando nadie apuesta,
es no apostar cuando parece que toca,
es ser experto en analizar.
Aprender a arriesgar,
es acostumbrarse a la incertidumbre,
al entorno incierto de la inmensidad,
a no aceptar ser un pobre hombre.
Aprender a arriesgar,
es siempre sorprender,
no ser previsible, desconcertar,
no ser de buen conformar.
Aprender a arriesgar,
es diversificar los riesgos,
así es más difícil en todo fallar,
pensar siempre en múltiples caminos.
Aprender a arriesgar,
es parte de algunas vidas, los empresarios,
los autónomos, los que aman ,
y los que creen en sueños temerarios.