Me encontrè caminando ,
en mi eterno jardìn ,
las flores y todas las plantas ,
que me reconocen ,
mi entrega a su cuido ,
me saludaban ,
con sus exquisitas fragancias .
Al llegar al centro ,
donde una còmoda banca ,
siempre me recibe ,
observè una hortència ,
llena de rocìo ,
y eso me extrañò .
Porque a esa hora ,
el rocìo estaba desvanecido .
Me acerquè ,
y al tocarla su rocìo bañò ,
mis manos ,
y al sentirse liberada de estas ,
màgicas gotas ,
exclamò , nunca podrè irme ,
tu amor aquì me plantò .
Yo respondì ,
puedes viajar lo que tu desees ,
màs este serà tu eterno hogar ,
donde lo que llaman tiempo ,
no existe .
Ella suspirò y sonriò ,
ascendiò y viajò ,
en los suaves rayos del sol .
De mi vista ,
nunca se fuè .