Una oscura presencia acelera mi pecho, parece una burlesca hiena, agazapada al acecho.
Esta sombra me atemoriza sin piedad, no tengo el valor de ahuyentarla, estoy rendido a su voluntad.
Le imploro un minuto de paz, de libertad, pero su macabro silencio, sentencia la nulidad.
Esta oscura sombra goza con mi temor, puedo oír sus carcajadas, rebotando en mi interior.
Maldito ser oculto, me pregunto cuándo te irás, tu angustiante enmudecimiento, me responden que jamás.
Jamás debiste aparecer en mi vida, tu presencia no cautiva, lastima de forma infinita.
Desconcertante sombra, he pagado tu castigo, creo que ha llegado la hora de dividir nuestros caminos.
Te confieso que he planeado apalearte, pero no lo he hecho, porque mi mayor temor, es lastimarme.
Cristian D.
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