Desde un rincón, en un día de suspenso
solo el bosque oscuro representa el alma
que busca esconder las sombras que arañan
esa monotonía opaca de las lágrimas.
Una brisa corre en apurada marcha
que me deja atrapada entre agudas ramas
para ir alcanzando los rumores de mis ansias
dentro de un ciclo que corre, quema y mata.
Pero el invierno trae la pausa de sus fríos
y el duende del bosque acerca su mirada
para que sienta a través de su palpitar
los sueños grises que orondo proclama.
Lejos de los enjambres de sus ramas
despiertan raudos mis tormentos
que redoblan cual tambores de lamentos
repitiendo melodías vagas en el cielo.
Ávido de mis mejillas de flor herida
me libera y me brinda sus espinas
para que muerdan mis ilusiones perdidas.
contándole al paisaje que fui su aurora.