Supongo estarás dormido, Morfeo no demora nunca en abrir sus alas sobre tus ojos recién la noche se extiende. Pero no importa, la luna vuela raso y quise escribir para que sepas como van las cosas seis meses después de arrancarme del espacio en el que nos encontrábamos concidiendo y de finiquitar la historia de burla que quisimos construir. Aun vienen algunas nubes al cielo nocturno de mi vida, bien sabes lo que se demora Morfeo en visitarme a mí.
Confieso sentir pena, a veces hasta una profunda vergüenza al ver a la cara (que es mi propia cara) a mi ingenuidad, persiguiendo luces y fantasmas que prometían y que señalaban un destino en ambos, y que no nos llevaron a nada más que al final de un espejismo y detrás de un espejismo siempre esta la locura.
Un poco de consuelo me da recordar a veces la forma en la que me veías, entonces la locura residual de aquel delirio suele sugerir que no estoy del todo loco y que algo mío había dentro tuyo como tuyo había algo dentro de mi. En aquel libro que te regale, al final de todas las hojas, algo te escribí, escondida una nota mía que espero sepas leer cuando prudente sea o cuando algo te recuerde a mi (ojala algo algún día te recuerde a mi).
Supongo que duermes, supongo que siempre fue así. Pero esta noche algunas nubes vinieron a mi. ¿Has visto las nubes de noche?, son como espantos que penan sus túnicas grises en el aire y como toda nube han venido a dejar lo que ha venido del mar, una llovizna ligera de tu nombre y el recuerdo de las pupilas de tus grandes ojos y he pensado en ti, no es un intento burlo de traerte de vuelta ni para que lamentes algo por mi, es solo que Morfeo no viene y al esperar su vuelo viendo el cielo algo de brizna de esas nubes callo en mi.
Aun arde en mí el deseo de ver tus ojos y de sentir las palmas de tus manos, verte ir por ahí otra vez. Ya no sé si alguna vez en mi vida volveré a verte, solo recibe esta nube mía y déjala partir.
Ha llegado el sueño, por fin, como suele llegar después de dulce sufrir un recuerdo.
Pdta. Antier encontré en el suelo, un año después, el mismo tipo de escarabajo que te regale, metálico y de esmeralda, lo levante con la mano y suave, casi sin tocarlo, lo abrace con mi puño, a mi pecho lo lleve y mi camino seguí, sonriendo por ti. Y es curioso que su nombre ante la ciencia sea Euphoria y es curioso porque eso fue lo que sentí al venir el recuerdo a mí.