Ella quería olvidar lo ocurrido,
el dolor que su olvido
le había infligido,
un dolor que conseguía mitigar
tan sólo mientras dormía,
porque en cuanto despertaba,
ahí estaba su imagen
y a su vera el dolor implacable,
la duda, la incertidumbre,
el rechazo, la culpa, la pena,...
esa pena negra invadiendo sus ojos,
su cuerpo y su alma...
debilitando su fuerza,
deshauciándola de su nuevo hogar,
su remanso de paz y armonía
para devolverla a una realidad
triste e injusta, que no entendía...
Le faltaban razones para comprender
lo que ocurría,
sentía impotencia, angustia,...
pero nada podía hacer
para que el remolino de dolor
no le hiciera recaer,
porque sus garras la atrapaban
y por más que lo intentaba,
siempre volvía a caer...