Aferrado a tu ventana me deslumbran tus sueños y el sueño de cada hombre que ha pasado a tu lado, pero he sido yo quien ha entrado en ellos.
Un beso rayó el cielo de humo en una tarde de abril y después las calles se alargaban a cortar el paso. Un poema nació después de un beso apasionado cuando el tiempo se detuvo y mis labios se juntaron con tus labios.
Desde entonces, aferrado a tu ventana, he visto desvestir tus miedos y la tormenta que pasa afuera ya no es nada bajo tu techo. En tus ojos veo el futuro como una bola de cristal y un océano de petróleo férreo. En tu cuerpo de madera habana se desliza suave una pluma como llevada por el viento.
Azucenas de arreboles se derriten con tu mirada y dejan en el suelo un camino que estoy recorriendo.
No me hace mal pensar que cada noche que estoy sin tiempo, antes de ir a otro mundo, antes de visitar otros sueños… Antes de todo eso has gastado mi nombre, sin mencionarlo, a besos.
Afuera llueve, tú y yo aquí dentro: es tan simple la hora que marca el invierno, pero te amo como en un verano eterno.
En tus labios me embriaga la espuma de pensar que estoy tan lejos. He sido bajo tu pecho, un hombre y un pintor sin lienzo. Cuando se levanta mi alma, grita ¡Un momento! Dame, de ti, sólo un momento y luego me iré a gastarlo y a volver de nuevo.