Federico Mendo Sánchez

BUSCANDO LA PAZ

La verdad  sincera no hiere al alma
el egoísmo y envidia acaba al  hombre
las  rosas marchitas no encuentran la   calma
por eso  caen perdiendo su nombre.

 

 El  prado risueño es verde florido,
el nevado virgen, blanco siempre  es,
una  mujer pura tiene   el  rostro erguido
y  el hombre culpable no tiene revés.

 

 A este  mundo quien podría cambiar
la  paz es ficticia, la  paloma blanca no existe
el plomo, el  acero, la  pólvora, la  bomba nuclear,
no  darán  tranquilidad si esto   existe.

 

 A  donde   podremos llegar con tantos males
ni el  mar  es limpio, ni  el cielo claro
esas  manchas oscuras  que cubren su faz,  son señales
que hubo   un perdedor y muertos  muchos.

 

 La paz  ya no la darán los hombres,
ni  los gobernantes,  ni los ejércitos,
tendrá  que  nacer  un nuevo hombre,
quizás  en  Belén  o en la tierra de  Egipto

 

 A llegado  el  momento, todos como hermanos,
proclamemos  la  fe  por  el mundo    entero,
con la esperanza  de que seremos salvos
y volveremos a juntarnos  con quien murió primero.

 

 Hagamos que vuelva   a   florecer los campos,
que el agua  de la roca pura siempre sea,
que  el ave cante, que rían los niños,
que cambie  el hombre eso  es lo que se  desea.

 

 Hacer que el niño  empuñe un libro
que la  rosa nos brinde su perfume ardiente
que las olas del  mar ondeen  sus formas,
y que el pensamiento  de  paz, no quede pendiente.

 

 Tú   puedes hacer  que  un niño, en  ti crea,
demuéstrale  tu virtud, no   tu defecto,
hazle  entender  que así  sea,
el   comienzo de algo   nuevo  por  efecto.

 

 Tú puedes darle  fe  al desventurado,
no como el  político sino como buen hombre,
termina  de una  vez, si  has empezado
a buscar la paz con  otro nombre.