LOBO SOLITARIO
Soledad, tu eterna compañera
En desiertos de procelosa duna
Formadas con reflejos de la luna,
Ola erizada por brisa somera
Mensajera del soroche, de la puna.
Tus ojos claros de experto marino
Tesoreros de verdes marinados
De calmas y tormentas, pintados
Por los fondos de mares genuinos,
Por vientos y corrientes matizados.
De mil azules de cielos despejados
De grises en los días de tormenta,
De negros en tardes violentas,
De mil rojos de cielos aventados,
De atardecer tintado de magenta.
Blanco pelo peinado por mil vientos,
Lavado con espuma del bravío
Y secado por soles y por fríos,
Tu rostro cincelado con segmentos
De decisión, de fe y de poderío.
A lomos de tu euskérico velero,
Galopaste por procelosos mares
Llevando hasta recónditos lugares
Tu valentía, tus nervios de acero
Y tus conocimientos seculares.
En tu bodega, experto estibador,
Embarcaste todos tus sentimientos,
En tus velas soplaron los alientos
De tus gentes, de un pueblo admirador
De tus gestas y de tus sufrimientos.
El cormorán te saludó a su paso,
El alcatraz, de tu deriva fue testigo,
El delfín fue tu confesor y amigo
Saltando en las horas del ocaso,
En ese interminable tiovivo.
Al timón pusiste la paciencia
Y por bandera tu veteranía,
Y al mástil, amarradas tú tenías,
Como foque, la paz y la prudencia,
Como vela mayor, sabiduría.
En la quilla la agudez de tu mirada,
A proa situaste la ilusión,
Y en la popa dejaste la oración
Que aquel día rezaste con tu amada
A la Virgen de tu devoción.
Con tu alma platicaste por la noche,
Recontaste una a una las estrellas,
Y reflejado en el brillo de una de ellas,
Observaste de la luna su reproche
Por no considerarla pura y bella.
Tú fuiste tu amigo y tu enemigo,
A veces cuerdo, otras veces loco
Con esa locura que te da el siroco,
Otras veces, el sol fue fiel testigo
Del sufrimiento de su cruel sofoco.
Y por siempre la triste soledad,
Reconcomiendo tu alma y tu entraña,
Esa enemiga, esa amiga extraña
Que te enfrenta a ti y a tu verdad
Con su crudeza, con toda su saña.
Después de transcurridos tantos años,
Dicen que, a veces, visitas a tu amigo,
Ese que tanto batalló contigo
Y que yace varado en un lugar extraño,
De tormentas y mareas, al abrigo.
Que susurras, en su proa y en su popa,
Una muda oración ritual y extraña.
Quizás en el fondo de su entraña
Ese velero de nombre Euskadi-Europa,
Rememore vuestra sinigual hazaña.
Lobo solitario, lobo navegante,
La luna, el mar, el sol y las estrellas
Contarán de tus hazañas, de las huellas,
De las estelas de tu buque atlante
Y tu pueblo perdurará con ellas.
Mayo de 2016
Jose Cruz Sainz Alvarez