Avanza el tiempo con el aliento marginado
de los jóvenes ciervos;
cómo rompe a llover,
con lágrimas desencantadas
que van nutriendo espacios viejos.
Este tiempo nuestro, tan nervioso,
tan absurdo sin silencios,
remando más allá del viento,
con manos labriegas
que abarcan campos muertos.
Avanza el tiempo rompiendo faroles,
quebrando cuerdas de esparto;
cada hombre, una beldad,
con pies de plomo
forjando metales prohibidos.
Este tiempo nuestro, tan incierto,
tan cansado de mirar lejos,
retando a los dioses nuestros,
esos que brillan hasta dejarnos ciegos,
mientras flotan cuerpos en el Egeo.