Aunque no tengo talismán ni hechizo
besóme un girasol de muchos soles,
y por hacer su entorno más rojizo
me dijo: ¡Quiero ver que te amapoles!
Del fresco boreal mi entorno hizo
y pronto se licuaban los resoles
de las edades muertas de un macizo:
bailaron en mi piel…los caracoles.
¡Casé su torbellino, cuyo manto
al edén me elevó de astral tesoro
y probé la manzana del encanto!
¡De todos sus requiebros me enamoro
en cada anochecer y en cada canto
que llega por el día en cáliz de oro!