Un terreno abandonado,
una concha olvidada,
una plaza apagada,
delincuencia alborotada.
Las comunidades reclamaban
y nadie les paraba,
hasta que la nueva historia
decidió rescatarla.
Las luces se encendieron
y el monte fue podado,
nació el parque infantil
ecológico y humanizado.
Ahora las familias comparten
con hijos y chamos,
con variado colorido
y afán desbordado.
El parque es recreación,
la concha, cultura popular,
la Raúl Ramos Jiménez,
plaza de un ser ejemplar.
Familias y comunidades
interactúan con alegría,
y en pleno contexto
sueñan de noche y de día.