Ese solemne universo
que en sus ojos de lis brota.
De sus labios gota a gota,
luceros convierto en verso.
El cielo ya no es tan terso,
ni la noche ya denota,
la epifanía que dota
de luz , al tiempo perverso.
Es ella, mi gran amada
de fuego y rayo rizado ,
de marfil, fe inmaculada.
Y en mis sábanas perlado,
en pasiones ya bañada
retoza su cuerpo ansiado...