\" Recuerdo su sonrisa,
sus bellos ojos azules,
todo lo que significó en mi vida
y supo de mis amores...\"
Cada tarde jugaba cerca de un bosque,
mis amigos y yo le llamábamos
el bosque misterioso,
casi al anochecer aparecía el guardabosque,
un tipo solitario y frío,
a todos nos inspiraba temor,
caminaba lentamente junto a nosotros
y era incapaz de responder a algún saludo.
Un día apareció más temprano que de costumbre,
yo lo miré insistentemente y pude lograr
que su mirada se fijara en mi...
¡qué bellos ojos,
que profunda mirada...¡
fué solo un instánte lo que se cruzaron nuestros ojos.
Sentí un impulso muy grande que me hizo seguirlo,
mis amigos no me dejaban ir,
pero logré soltarme de ellos
y comencé a caminar tras el guardabosque aquel.
Un sendero me llevó a una cabaña solitaria,
era pequeña pero se veía limpia
y rodeada de flores,sentí una paz muy grande,
se respiraba tranquilidad y frescura.
Empezó a sonar un piano dentro de ella,
yo sentí que el corazón se me salía
porque era una melodía que mi mamá
me tarareaba desde pequeña.
Sigilosamente entré,
él estaba ahí,sentado al piano,
sus hermosos ojos los tenía cerrados
y sus manos acariciaban al piano
con tanta vehemencia que parecía
que disfrutaba interpretar aquella melodía.
Miré a mi alrededor,
las paredes tenían colgadas pinturas de paisajes;
un vuelco dió mi corazón cuando en un cuadro ví
el rostro de mi madre.
Corrí a verlo de cerca sin importar que aquel hombre
me descubriera,con un dulce gemido grité...¡mamá...¡
el hombre al escucharme volteó hacia mi.
la dureza de su rostro se transformó en una tierna expresión,
me miraba a mi y miraba a mi madre,
nuestros ojos permanecieron fijos,
yo no entendía entonces porque él conocía a mi madre,
ella y yo éramos muy parecidas,
pero el color de los ojos era distinto.
Al fin se rompió el silencio
y con su varonil voz dijo
tan solo unas palabras...
hija mía...¿dónde has estado...?
me estrecho entre sus brazos,
una paz infinita sentí en mi corazón
que se llenaba de gozo en aquel abrazo.
Él me pidió que lo llevara a casa,
que quería reencontrárse con mi madre
a quien le hicieron creer que había muerto
al nacer yo.
Las circunstancias de la vida
habían hecho que se separaran,
mi madre me platicaba que él
había muerto en un accidente.
Tomados de las manos
íbamos rumbo a casa,
a mitad del camino ví a lo lejos
la figura de mi madre que corría
hacía nosotros;
al mirarlo a él,musitó su nombre,
su rostro se llenó de lágrimas
y en un interminable abrazo
permanecimos los tres unidos
hasta hace poco que éramos
una bella familia.
Ellos nunca se olvidaron,
su amor siguió vivo
pese a las circunstancias
que los separaron.
Ahora los dos han muerto
pero gozaron de su amor,
más de quince años a partir
de ese reencuentro.
Yolanda Barry.