Ofelio

RIMALGIA I

Yo conocí una planta
que deslució el asfalto,
vida con muchas plagas
que estropearon su tallo.

La rocié con mis besos,
mis serenos requiso,
con sus frutos, confieso,
muy venturoso me hizo.

Como malva crecida
entre calizas rocas,
con sus hojas caídas,
pero suaves y jugosas.

Hoy observo una flor
mustia a la luz del día,
pero al morirse el sol
revela su lozanía.

Yo fumigué esa planta
quemada entre las ruinas,
ay, mujer resignada
con tu corona de espinas.

Tu cuerpo es impudor,
morbo, concupiscencia;
Tu alma virtud, candor,
castidad con inocencia.

Eufórica y jovial,
la locura provocas;
Abatida y fatal
como muerte cuando toca.

En tu huerta mi hambre clama
tus dulcísimas frutas,
añora aquella dama
la que hoy se ahoga en cicuta.

Vuela, pasajera ave,
vete sin hacer nido,
que tú anidar no sabes
aunque lo hubieras querido.