Si acaso yo hoy decidiera entregarte a ti mi vida,
no me hagas tanto caso, no es mía, esta vida mía.
Pero, si yo te insistiera, tómala tú sabrás qué hacer.
Que no te acobarde mi total entrega, porque así soy
cuando decido poner mi corazón, en el juego del querer.
¡Nada de lo que soy me pertenece, menos la vida!
Y si alguien reclamara mi existencia, cierra los ojos y
te percatarás del tenor del cariño que por ti siento…
Nada te oculto, porque yo en verdad, nada sé de nada.
Tampoco, sé si debería saber algo y no me lo pregunto.
¡Toma mi verdad con santa fe y ora por la tuya!
Bebe las aguas de mis ternuras porque empañan mis ojos.
Toma para ti el crisol que aún conservo en mi blanca piel.
Antes, haz una oración de salvación para mi alma en pena,
que busca desesperada el amor ante los ojos de Dios…
¡Toma mi cuerpo porque mi alma aún anda perdida!
Ilumina mi camino, marca mi rumbo hacia mi fiel destino.
Quiero que llenes mi alma de ternuras, bondades y noblezas.
De tu desbocado corazón espero que palpite en ritmo con el mío.
Para ello, pongo en tus manos un tesoro que es mi existir…
Deseo que te honres y me honres con nuestro compartir.
¡Solo en la comunión de las almas se hallará al amor!
Nada nuevo puedo ofrecerte porque mucho hemos vivido.
Sólo sé que en mi pecho se agita una emoción novedosa de
besar tus labios, estar en tus brazos, mirarme en tus ojos y
saborear el elixir de tu amor que quiero tener y, nunca he tenido.
¡Compartir desde la verdad acerca lo más sublime del amor!
De favor te pido, que pintes para mí el cuadro de tu vida.
Quiero memorizar cada uno de tus trazos y pasearme por
cada rincón, para indagar las delicias de tu cuerpo varonil.
Haz visible esa tu voluntad de quererme y yo te adoraré con
un alma nueva, una que estrenaré como un premio para ti…
¡Cuando conoces a tu alma puedes conocer otras almas!
Raiza N. Jiménez/