Raiza N. Jiménez E.

Cuando nos amemos

 

Si acaso yo hoy decidiera entregarte a ti mi vida,

no me hagas tanto caso, no es mía, esta vida mía.

Pero, si yo te insistiera, tómala tú sabrás qué hacer.

Que no te acobarde mi total entrega, porque así soy

cuando decido poner mi corazón, en el juego del querer.

 

¡Nada de lo que soy me pertenece, menos la vida!

 

Y si alguien reclamara mi existencia, cierra los ojos y

te percatarás del tenor del  cariño que por ti siento…

Nada te oculto, porque yo  en verdad, nada sé de nada.

Tampoco, sé si debería saber algo y no me lo pregunto.

 

¡Toma mi verdad con santa fe y ora por la tuya!

 

Bebe las aguas de mis ternuras porque empañan mis ojos.

Toma para ti el crisol que aún conservo en mi blanca piel.

Antes, haz una oración de salvación para mi alma en pena,

que busca desesperada  el  amor ante los ojos  de Dios…

 

¡Toma mi cuerpo porque mi alma aún anda perdida!

 

Ilumina mi camino, marca mi rumbo hacia mi fiel destino.

Quiero que  llenes mi alma de ternuras, bondades y noblezas.

De tu  desbocado corazón espero que palpite en ritmo con el mío.

Para ello, pongo en tus manos un tesoro que es mi existir…

Deseo que te honres y me honres con nuestro compartir.

 

¡Solo en la comunión de las almas se hallará al amor!

 

Nada nuevo puedo ofrecerte porque  mucho hemos vivido.

Sólo sé que en mi pecho se agita una emoción novedosa de

besar tus labios, estar en  tus brazos, mirarme en tus ojos y

saborear el elixir de tu amor que quiero tener y, nunca he tenido. 

 

¡Compartir desde la verdad acerca lo más sublime del amor!

 

De favor te pido, que pintes para mí el cuadro de tu vida.

Quiero memorizar cada uno de tus trazos y pasearme por

cada rincón, para  indagar las delicias de tu cuerpo varonil.

Haz visible esa  tu voluntad de quererme y yo te adoraré con

un alma nueva, una que estrenaré como un  premio para ti…

 

¡Cuando conoces a tu alma puedes conocer otras almas!

 

Raiza N. Jiménez/