La crueldad del verdugo
al tambor enmudeció
lo mismo que hizo ese pueblo
que hace tiempo lo juzgó
Ante tamaña ordalía
el reo compareció
culpable según los hombres
e inocente ante su Dios
Entre una turba de gente
Y un redoble de tambor
el reo subió al cadalso
despojado de su honor
Ante una orden tajante
tan severa y sin pudor
y de forma fulminante
la ejecución se cumplió
Un silencio prolongado
roto por un juramento
a cargo de un retractado
que con coraje grito:
Verdugo lo somos todos
por dejar hacer al otro
lo que nosotros no hicimos
por no mostrar nuestro rostro
Pues no es cómplice menor
el que en silencio se muestra
arropado en el gentío
sin salir a la palestra
Un pueblo así de sumiso
domado y aborregado
merecía caminar
toda una vida marcado
Lastrado por su vergüenza
y uncido por un gran yugo
ya que pudiéndolo hacer
no evitó lo del verdugo