Se va deslizando la espuma del café,
por la columna imperfecta
que repta hacia un esperado infinito,
un desconocido destino,
que no conoce, ni divisa,
pero espera con dogmática convicción
Devoro en un sorbo
el aromático tabaco
que se calcina con mi ósculo
y escapa de mis entrañas
cual alma prófuga de su infierno
para perseguir hasta confundirse
con la láctea estela
que el café ha dejado en el espacio
La tiniebla se acurruca en la cálida estancia
hasta que el sátiro filo de un destello
desflora su impoluta soberanía,
mientras el esfínter de la pupila
se contrae por instinto de conservación
aferrándose a la penumbra que pernocta en el interior
Amenaza la castidad de la himeneal cortina,
la sodomita realidad que merodea
preñada de luz, sonido y colorido;
mientras cuelga en canónicos escaparates
intenciones, esperanzas y propósitos,
al lado de pretextos y excusas,
que se venden en barata
como fruta de temporada
Visto el yelmo de cortesía
que me ha forjado la experiencia
con golpes y puntadas de cicatrices;
calzo la espada de la hipocresía,
atizo espuelas de resignación
y ajoto la montura hacia la arena de la jornada
con la convicción del que deja
tálamo y ataúd para el regreso