El cielo gris cubre tus párpados tímidos
que no quiere recordar
esos días despejados.
Y aunque el deseo de la lluvia
Se vuele impaciente en ese corazón rebelde.
Cae la lluvia,
el cielo se nubla,
la melancolía ya no existe
y el amor hacia la lluvia
es inmutable.
La rabia ya no desespera
y la vida cada vez
se vuelve una fe eterna.
Y la gota de lluvia
parece estar
en paraíso
en tu cuerpo
que se desliza por
tus pechos congelado
hasta llegar a tu cadera
de curvas eternas.