Él la iba buscando en su vida,
por las calles de los lugares a los que acudía.
En los libros, todos los relatos la describían.
Ella, sólo ella,
aparecía en los periódicos y en las revistas,
en musicales de hace siglos y en todas las poesías.
La estuvo buscando tanto tiempo
que olvidó por qué la quería
y sintió el corazón quebrándosele,
horadando sin piedad su pecho.
Entonces apareció de la nada.
Como siempre tan bella.
Se inclinó sobre él,
desconsolado en el gélido suelo,
y le dió un beso en la mejilla.
Levantó de golpe, recompuesto,
miró a un lado, miró al otro
y, poniéndose la mano sobre el pecho
sintió alivio y fue feliz
al descubrir su corazón latiendo.