Samuel Santana

Perdido

Después del amor,

tomaste el bolso y

saliste sin decir adiós.

Me quedé en la cama,

no abrí los ojos,

tiré el reloj,

 se fue el gato,

voló el blanco mirlo y

marchitaronse las oquìdeas

 y las camelias.

Afuera el viento ronca

pero apenas lo percibo.

Ahora  no sé si es día o noche,

enero o diciembre,

verano o primavera,

si aùn vivo o ya he muerto.

No sé.

Lo único cierto es

 este idílico perfume enredado

en la sàbana.