Soy una minúscula partícula en el universo
solo soy un átomo más en su larga cadena
de ADN, un punto infinitesimal en la vastedad
de un océano de constelaciones, con menos
brillo incluso que una estrella fugaz.
Mi existencia pudiera confundirse,
perderse incluso entre el antes y el después,
porque solo soy una rápida mirada
un vistazo repentino en una escala
de tiempo, un parpadeo que pareciera inútil.
Sin embargo mi propia existencia,
y la conciencia misma de mi mortalidad
resultan en un encuentro paradójico
en el cual soy tan grande
como el universo mismo
tan luminoso como la estrella más brillante
y tan complejo como la constelación de Orión
Porque yo, átomo del universo,
brillo olvidado de las estrellas
que mira al cielo en la noche cerrada
desde un punto cualquiera olvidado
desde un punto en un plano
donde reina la nada.
Veo, escucho, siento, amo,
me maravillo y río
y tomo conciencia de que soy un instante
una mirada, un parpadeo tal vez
en un universo hostil
que pareciera negarme la seguridad
de mi propia existencia
por temor de saberse tan grande
y yo, tan pequeño, tan pequeño
pero con la conciencia de estar vivo.