No sé el lugar en que decaiga el tiempo
cuando el camino se turba en la simiente
pero el sendero que busco… ¡se detiene!
(y me siento entonces como el ciego)
Que se guía simplemente como el viento.
Entonces me incorporo de la cama
sabiendo -que es igual día tras día-
y me gana la risa más que el llanto
pues al mirarme en el espejo
veo mi sombra
optimista quizás
sin triste abrigo.
…que buena es la desdicha que me entiende
vencí a la soledad y estoy alegre
(ni el diablo me conmueve con su trinche)
Si es pecado gritar…¡me vale madre!
Mientras mi corazón no se acobarde.