Estás vacio
como lecho de un río luego de la sequía
has abandonado a tus prójimos
sin aflicción alguna.
Contemplando a la Luna estás
así como una fiera acecha a su presa
preparada para devorar...
Blanca
como la luz que apuntas a tus ojos
que miran tus grises y dilatadas pupilas.
Creíste que la necesitabas
como engranaje de un reloj para no fallar...
¡Oh, pequeño lobo! ¡Qué ciego eres!
Aullando a la Luna
estando en agonía
esperando respuesta alguna,
e ignorándote está...
¡Oh, pequeño lobo! ¡Qué pena me das!
La muerte se está apoderando de tí
sintiendo cómo tu corazón deja de latir,
y delirando,
dando un último suspiro,
caíste rendido.