Conozco tu soledad insondable
y sé cuan desierto es tu mundo.
Te sientes cual muralla inexpugnable
pero tu río se ha secado
por debajo de tus puertas yermas.
Como una flor desguarnecida,
huérfana de primavera,
ostentas tu juventud desamparada
como lloroso baluarte,
tan sombrío como sentimental.
Disfrazas tu pesimismo
con las prendas alboreadas del desenfado
sin saber cómo disimular
tu crepuscular melancolía de arlequín.
Como un mimo sin su pálido ramillete de pucheros.
Oh, ninfa taciturna…
Eres única y especial como una rosa blanca
que hoy relumbra en su belleza celestial
para luego ajarse en su decrepitud.
Una rosa que nace y muere entre mis manos.