También esta noche
habrá alguien bajo la lluvia
que escriba en las paredes
alguna palabra escondida,
acompañado por el viento
y el compás de alguna
que otra canción prohibida…
Llovía, llovía, llovía
sobre Euskal-herria.
La lluvia sigue cayendo
en una noche de difuntos,
sobre un Pueblo olvidado
que hemos forjado todos juntos.
Es la noche lluviosa
repetida detrás de cada día
que desafía a los hombres
con su eterna monotonía.
Hemos avanzado hasta un roble
casi seco de llorar año tras año;
sus hojas, llorando en la noche,
nos rebelaban contra el engaño.
Hemos sentido una gran llamada
de ese árbol, símbolo de una raza,
que ha oído desde su morada
cómo le defendíamos en la Plaza.
Cruz verde de esperanza,
cruz blanca para rezar en ella,
y el fondo rojo de este alba
serán los colores de nuestra estrella.
Estrella, ¡brilla ya en el cielo
y luce con una nueva vida
para conducirnos llenos de tu luz
desde esta tierra de muerte herida!
Ya amanece, ya ha venido
la luz por todos esperada;
las nubes grises de la noche
mueren en esta noche soñada.
… Ya no llueve sobre Euskal-herria.
Ahora sólo hay en el cielo
una estrella noche y día.