Asomada a la ventana contemplo con estupor,
el rugido de los vientos y el poder de su labor,
veo en el la grandeza, la mano del Creador,
que dirige con prudencia la natura en derredor.
Los árboles reverencian hasta el suelo a su hacedor,
la lluvia borboteánte festeja tal ocasión,
sincronizan la sinfonía que magnifica al Señor
con un cuadro escalofriánte de poder y destrucción.
Tal es la furia del viento que nada se le sujeta,
la lluvia va arrastrando a quien en medio se encuentra,
quedo paralizada ante esta fuerza letal
no puedo mas que clamar a mi Padre Celestial.
Misericordia le pido al que puede calmar los vientos,
que cuide de nuestras vidas mientras dure este concierto,
mi suplica fue escuchada y poco a poco se calma
la tempestad tan terrible que asolaba a mi alma.
Un nuevo día amanece y como en todo festejo
ha quedado gran trabajo para organizar el suelo,
mas una canción renace dentro de mi corazón,
fuimos librados todos del baile de la creación.
Frente al poder de la tierra cuando desata su furia
vemos que somos polvo las miserables criaturas,
solo por la justicia de Dios somos conservados
cuando planeta baila sin piedad puede aplastarnos.
El nos esta devolviendo un poco de lo que damos,
henchidos de la violencia que aquí hemos desatado,
en vez de seguir destruyendo toda la creación,
alabemos al que la rige con poder y gran amor.