Franz Talithier

Al final fuiste ancla

Al final fuiste ancla

 

 

 

Seré feliz al ser ancla, haciéndome escarcha sobre

el mar y besos sobre arena.

Deseo desmayarme entre venas que se deprimen al no

poder saltar, torcer sus piernas y morir en el todo.

 

 

Quiero

estar y no. Mis cicatrices son sabanas de gloria,

me cubren y me asfixian

en jolgorio que de olvidarme me cuesta.

 

 

Seré pasado sin huellas, seré

crepúsculo en soledad, y navegaré

los barcos que

los sentimientos han de naufragar.

 

Pienso en el frío de la calle, en eso

que no seré; en el alma que lloraré

por no poder abrazarla entre mis

racimos.

 

 

El caminante hoy me mira

con mis pies sobre la tierra,

se han hecho raíz sobre mi

ancla que mojada hoy se libra.

 

 

(Eres lo que pienso y

lejana en lo que veo).

 

 

Belleza de sándalo, inerme columpio

oscuro, de claveles perfumados y

aura convexa.

 

 

De suspiros, olas pérfidas y sin

razón.

El malecón que

ayer

se le ha teñido las

nubes de negra borrasca

hoy ha de ser el

cerro,

en donde hemos de gastar

carcajadas hasta abrazarnos

como un espiral borracho.

 

 

Hoy canto para mi voz

que triste se consume

a la luz de la

luna, y

para hombres que creen que el

viento me trae la copla

sin apoyarse en acordes.

 

Pobres bestias cegadoras! Oigan mis plegarias

que piden lluvia en este desierto.

 

Me has escrito una simple

estrofa:

Te vuelves diferente por hora,

por cada palabra con

la que tu boca me nombra; pasas

las hojas y sonríes, es el mismo

pesar soberbio que tu

lengua me provoca.

 

Leo y me hablo como si fuese

mi propia musa.

 

Digo que

ya pronto volveré a verte

siendo yo misma en el espejo, reconociendo

el aire como

tiñe mis sueños de azul

opaco, y mi sonrisa que se triza

en la luz de los cielos.