Al final fuiste ancla
Seré feliz al ser ancla, haciéndome escarcha sobre
el mar y besos sobre arena.
Deseo desmayarme entre venas que se deprimen al no
poder saltar, torcer sus piernas y morir en el todo.
Quiero
estar y no. Mis cicatrices son sabanas de gloria,
me cubren y me asfixian
en jolgorio que de olvidarme me cuesta.
Seré pasado sin huellas, seré
crepúsculo en soledad, y navegaré
los barcos que
los sentimientos han de naufragar.
Pienso en el frío de la calle, en eso
que no seré; en el alma que lloraré
por no poder abrazarla entre mis
racimos.
El caminante hoy me mira
con mis pies sobre la tierra,
se han hecho raíz sobre mi
ancla que mojada hoy se libra.
(Eres lo que pienso y
lejana en lo que veo).
Belleza de sándalo, inerme columpio
oscuro, de claveles perfumados y
aura convexa.
De suspiros, olas pérfidas y sin
razón.
El malecón que
ayer
se le ha teñido las
nubes de negra borrasca
hoy ha de ser el
cerro,
en donde hemos de gastar
carcajadas hasta abrazarnos
como un espiral borracho.
Hoy canto para mi voz
que triste se consume
a la luz de la
luna, y
para hombres que creen que el
viento me trae la copla
sin apoyarse en acordes.
Pobres bestias cegadoras! Oigan mis plegarias
que piden lluvia en este desierto.
Me has escrito una simple
estrofa:
Te vuelves diferente por hora,
por cada palabra con
la que tu boca me nombra; pasas
las hojas y sonríes, es el mismo
pesar soberbio que tu
lengua me provoca.
Leo y me hablo como si fuese
mi propia musa.
Digo que
ya pronto volveré a verte
siendo yo misma en el espejo, reconociendo
el aire como
tiñe mis sueños de azul
opaco, y mi sonrisa que se triza
en la luz de los cielos.