Me había encontrado cerca del acueducto romano de Vall d´Uixó igual de frustrado que un grupo de discapacitados subcontratados por cáritas para recoger ropa sucia y usada para los pobres de los contenedores, y que un anciano con un gorro de lana pese al calor. Había salido el anciano a la puerta de su casa que daba al puente paralelo al acueducto, donde se estaban realizando las obras de un nuevo paseo y parque paralelo al viejo acueducto en desuso desde hacía unos cuarenta años. Contemplábamos a unos obreros desesperados lanzando desde el puente cubos de agua al incendio que habían provocado momentos antes con alguna chispa salida de la hormigonera o el compresor eléctrico, y que había caído al barranco que salvaba el acueducto lleno de zarzas, espinos, matorrales, ruedas, plásticos, y todo tipo de árboles de cultivo embordecidos: oliveras, naranjos, almendros, algarrobos. La escena nacía de una zanja, como todas las zanjas que sin cesar brotan por el pueblo periódicamente, y que tan peligrosa es su presencia para la clase trabajadora. La tierra desnuda junto la hormigonera comparece nuevamente esperando la lechada blanca de hormigón en zanjas abiertas en los cacos viejos. A su alrededor hay un grupo de trabajadores que solo esperan llenarla por un jornal misero para salir adelante. Pala y arena, entre cascotes de runa íbera, romana, goda, mora, restos de metralla de los bombardeos y hasta trocitos de papeles de las primeras elecciones pidiendo el voto para el psoe. Misterios de la democracia que se asienta sobre bordillos y zanjas que antes abrieron los fascistas y que se han convertido en un símbolo como las flores. Pervive el fascismo en cada zanja, en cada parque nuevo, o paseo, bulevar... que discurre paralelo o directamente sobre una zona histórica, a la que siempre se acaba volviendo, como vuelven los trabajadores más desfavorecidos a las listas para trabajos de un mes de los ayuntamientos a través las agencias locales de desarrollo o las memorias del desempleo. Así, esta democracia, es la que alimenta el mundo fascista, y a una clase trabajora desorganizada, paria y sin salida. Angelillo de Uixó.