La tenue aroma de la tarde
se desliza sigilosa
por la ranura inferior de la puerta
La reseca pupila,
preñada de recuerdos,
aguza la turbia mirada
a la caza de sombras
o luces que se infiltren
Chilla en alguna lejana bocina
un siseante Silvio
anhelando que ojalá;
y el megálico corazón
intenta retomar ritmo;
pero los pulmones
se niegan volver a retozar;
Maldice el polvo y el moho
que enmugrecen
el identificador de su buzón;
asi como el timbre que dejó de sonar;
¡Si tuviera en sus piernas
la fuerza suficiente!
para izarse desde su retrete
y alcanzar esa puerta
que cada día amanece más distante
Cruje la puerta, y su corazón
acelera sus revoluciones
intentando volar para coadyuvar
en mover ese esperpento
y cuando la luz
por fin penetra
en el ya virginal enclaustro,
rebota contra una lágrima
que desde la pupila se derramara…