Enrique del Nilo

CREPÚSCULO

La tenue aroma de la tarde

se desliza sigilosa

por la ranura inferior de la puerta

 

La reseca pupila,

preñada de recuerdos,

aguza la turbia mirada

a la caza de sombras

o luces que se infiltren

 

Chilla en alguna lejana bocina

un siseante Silvio

anhelando que ojalá;

y el megálico corazón

intenta retomar ritmo;

pero los pulmones

se niegan volver a retozar;

 

Maldice el polvo y el moho

que enmugrecen

el identificador de su buzón;

asi como el timbre que dejó de sonar;

 

¡Si tuviera en sus piernas

la fuerza suficiente!

para izarse desde su retrete

y alcanzar esa puerta

que cada día amanece más distante

 

Cruje la puerta, y su corazón

acelera sus revoluciones

intentando volar para coadyuvar

en mover ese esperpento

y cuando la luz

por fin penetra

en el ya virginal enclaustro,

rebota contra una lágrima

que desde la pupila se derramara…