Alexander J. Montero

Angeli

¡Ha ponderosa constelación!, la carne de tu beso suplico,
No importa la pena pétrea de mi alma al pensar en el,
Si por un instante el deseo se concede por lo menos en la mente,
Yo que diera por hervirme la piel en tu cuerpo,
Consumir mi alma cual agua al cielo.
Sí tronante pudiera mi labio caer en tu boca ,
Sí borracho mi aliente pudiera respirar de la humedad de tu pecho,
Sí tuya pudiera esta magma ser.

¡Ho imperioso zafiro!, la carne de tus ojos yo suplico,
Sin importar mi imprudencia a la pena me remito,
Sí de ellos destilar la fermentación del sol bebiera,
Yo que me confieso pecado y delito
Me amarro a la condena de la sombra de tus piernas
Arrastrando el labio inferior gustoso en el dorso de las falanges de tus pies,
¡Ha inflamado Cupido!, la carne de tu cuerpo deseo conmigo,
La impotente necesidad de la humedad de las alas en tu entrepierna
La colérica necesidad de hacer de mí contigo.