Madre dime por qué en el colegio, los niños se burlan de mi, y me dicen que eres una ramera?
Dime qué es una ramera? Y por qué ellos se burlan de mi de esta manera?
Pregunta el niño a su madre, quien lo abraza y lo besa, y una lagrima corre por su mejilla,
Al sentir un puñal que se le clava en el corazón por la pregunta de su pequeño...
Tuvo que vender su cuerpo, para poder sobrevivir, siendo aun muy pequeña.
Tuvo que sentir los hedores y las pestilencias del prostibulo,
Tuvo que besar a borrachos, recibir azotes, ser vejada y ultrajada
De una y mil maneras...
Solamente para poder subsistir y poder llevar alimento a su madre enferma,
Y a sus hermanos pequeños, que nunca entendieron siquiera,
A lo que se dedicaba su hermanita la mayor, la que era la mas bella.
Quiso trabajar en otras labores, mas la paga era miserable y pequeña.
El trabajo era inmenso, y las horas del día no bastaban,
Para poder conseguir el dinero suficiente para el sustento diario.
Un padre que abandonó a su familia, una madre enferma,
Y tres hermanos pequeños que la acompañaban en su miseria.
Era hermosa, era bella, y esa fue la razón para su tragedia.
Su patrón le ofreció dinero por una noche de placer según él decía.
Mas al no acceder ella, la tomó a la fuerza.
Y le entregó por ese momento, la paga del mes entero.
Lloró sola, en silencio, en una solitaria banca de la iglesia.
Y supo en ese momento que no tenía ninguna razón el oponer resistencia.
Se lavó la cara, y tocó del prostíbulo local la puerta,
Y le dijo al que cuidaba: Quiero ser ramera.
Fueron años de dolor en silencio, de ilusiones muertas.
Tuvo que sonreír y fingir placer para todos los que así lo quisieran.
Su mamá murió, envió a sus hermanos a otras tierras,
Para que no pasen la vergüenza de ser llamados hermanos de ramera.
Pudo conseguir algún dinero, y un día un cliente cualquiera,
Le ofreció su amor, y que se vaya con ella de esta horrible pocilga.
No podía creer lo que sus oídos oían, no podía creer que aún existe gente buena.
Pero se equivocó de una terrible y cruel manera.
La llevó a otro lugar, muy lejos de sus tierras.
La maltrataba todos los días, y la vendía todas las noches por una miseria.
Y usaba todo el dinero para el licor y las drogas que consumía.
Y ella solamente quería morirse lo mas pronto posible, la vida de nada valía.
Hasta que sintió en su vientre algo que le devolvió la vida,
Y era un pequeño ser que dentro de ella crecía.
Tomo valor, fue fácil ahogar con una almohada al maldito que borracho dormía,
Y huyó lejos de ahí, cargando lo poco de valor que ahí tenía.
Pudo encontrar al fin personas amigas, que la recogieron como si fuera una hija.
La cuidaron, la alimentaron, le dieron una nueva vida,
Y se alegraron con ella del regalo que en su vientre crecía.
e incluso bautizaron al niño en una pequeña iglesia.
Pero por esos lugares aún uno que otro la reconocía en la calle,
y al recibir una negativa a sus propuestas le gritaban: ramera desagradecida!
El niño ya creció, tiene que ir a la escuela. Y aún ella no podía dejar este lugar
Así que lo envió al colegio, todo estaba bien hasta ese cruel día,
En que los otros niños de allí se burlaban de él: Hijo de ramera!
Pero ya todo acabó, ya se va lejos de todos estos lugares a una nueva vida,
Lejos de su pasado, de los malos momentos y de toda esta pestilencia.
Que no hay nada peor que haber tenido la desdicha y la tragedia
Que haber tenido que ser una ramera para poder sobrevivir a tu miseria.