Jun 2016
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Siete enanitos dormían
cómoda y tranquilamente;
roncaban plácidamente
con un sueño tan profundo,
que el despertar fue rotundo
y de sus camas caían.
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Blancanieves les instó
que habría que madrugar
para dejar el hogar
en la mañana, temprano,
y que fueran de la mano
ella les recomendó.
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En el bosque se internaron;
querían leña cortar
y apareció en el lugar
de sopetón, de repente,
un andrajo repelente
y los peques se asustaron.
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Blancanieves advirtió
sus rostros desencajados,
y con ojos asombrados,
el temor que a los enanos
les hizo sudar las manos
y el pelo les erizó.
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¿Qué es aquella cosa oscura
que se esconde tras un árbol?
¿Es esa sombra una bruja
que se ha propuesto asustarnos?
Y en esta conversación
entre los siete enanitos,
de repente, se oyó un grito
que del bosque procedía.
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Blancanieves requería
calma, sosiego y cordura
para evitar la locura
que en aquel sitio se armó
y a los enanos pidió
que volviera la alegría.
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Y todos, muertos de risa,
siguieron leña cortando,
que amontonaban cantando
para del miedo olvidarse,
pero del bosque marcharse
corriendo y a toda prisa.
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Pues, no fuera que, la bruja,
que se llamaba Felisa,
en el arte de la sisa
una artista destacada,
los dejara en la estacada
la pícara y muy granuja.
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Y así, se termina el cuento
de los chistosos enanos,
que cogidos de las manos
con sus hachas en el hombro,
no salían del asombro
de aquel acontecimiento.
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Propiedad de los siete enanitos
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