Juan M. Gámez Ortiz

La mirada de una diosa

Una mirada que encuentra la tuya
cuando menos lo esperas
y hace brillar la luz
que de los ojos te emana,
no es otra mirada mas que la de una diosa.

 

Unas manos que abrazan por las palmas
los dedos más hermosos
por los que ha sufrido un hombre.

 

Unos labios que susurran el secreto,
soplo a soplo, de una voz tan dulce
no pueden ser de otra,
sino de una diosa errante
que vaga por entre mundos,
regalando la esperanza que le nace.

 

Una sonrisa que se contagia en un segundo,
apenas mirarla basta,
una plácida sonrisa desenfadada y alegre,
para ser dichoso.

 

Una sonrisa que conmueve el alma
no puede ser de otra, sólo de ella,
aquella diosa hecha carne que dejé atrás,
aquella primavera hecha añicos
que atormenta cuanto añoro
mientras añoro cuanto representa.