Son las dos y cuarenta y cinco minutos de la tarde,
en el metro de caracas.
Es una tarde cualquiera, lleno pero no colmado,
entro como todos los días al vagón observo a las personas,
mi alrededor y espero que arranque.
Los vendedores ambulantes con sus peculiaridades,
los señores mayores quejándose de la situación y de la sociedad actual,
\"la mujer que le cede el puesto a la señora\",
las personas con caras serias y otras con sus preocupaciones,
su felicidad y en un momento...
¿Hola que tal?
sólo debo decirte algo para poder vivir el resto de mi vida tranquilo.
¿Si nos tomamos un café y así logro enamorarte
para morirnos de viejos enamorados?
Sólo eso pienso en decirte el día que te encuentre,
esperando tener la dicha de que aceptes...
Deseo encontrarte pero la verdad no sé el momento indicado.
¿Será hoy, mañana, en diez años?
Quiero tener el valor y lograr convencerte de que lo que te digo es para siempre...
Logrando enamorarte con la mirada,
palabras infinitas que te lleven a necesitarme con placer,
que nunca llegues a pensar en mi como una apertura a tu armadura.
Que sea desenfreno por nosotros...
Una vez convencida,
debemos acordar como regla imperativa,
¿que es para siempre?.
Hecho el pasó más importante de nuestras vida,
dediquémonos a lo nuestro...