Raúl Daniel

La Vida Que Hacemos

La Vida Que Hacemos

 

Muchos, a través del tiempo,

en el mundo y en la historia,

con fama o ninguna gloria,

perseguidos o ignorados,

de igual manera buscaron,

queriendo la explicación

a la vida que tenemos,

y los afanes del hombre,

para que cosa es que son.

 

Algunos crearon mitos,

otros: dioses de cartón,

otros, negándolo todo,

hablaron de evolución;

dijeron que Dios ha muerto

y le dieron su “Extremaunción”.

 

A casi todos, de niños,

nos han hablado de Dios,

pero nos gusta hacer cosas

que sabemos que a Él no...

y negando su existencia

hallamos la solución

para hacer eso que hacemos,

que ahoga la conciencia

y rompe la comunión.

 

Y vamos hacia adelante...

(todos creen eso, ¿no?)

y los caminos marchamos

y combatimos, peleamos,

a veces nos detenemos

y volvemos a marchar,

procurando amar un poco...

pero poco lo hacemos.

 

Y va pasando la vida,

algunos piensan también

o leen filosofía,

algunos escriben libros,

otros los compran... y tiran;

y las caricias no se hacen

y hay muchas manos vacías

y en las esquinas, mendigos

y en las cárceles, repletas,

desnuda, la hipocresía,

queda, ¡de nuestra avaricia!

 

El egoísmo es el rey

de todos los sentimientos

y el dinero es el dios

superior del mundo entero

y se obedece hasta el más cruel

de todos sus mandamientos:

-“Sólo a mí debes amarme,

matarás y robarás,

a tu prójimo odiarás

y pretenderás sus cosas,

serás infiel a tu esposa,

no amarás a tus hijos

y a tus padres, cuando viejos,

¡de ellos te olvidarás!

 

Me edificarás altares,

para mí, en todas partes

y, en ellos, por millares

servirán, serán esclavos,

¡sus vidas me rendirán!

Cajas de Créditos, Bancos,

Ministerios y Prendarias,

Agencias Inmobiliarias

y negocios por doquier,

en derredor del mundo,

las ciudades quiero ver

con mis templos repletas

y a la gente, corriendo,

ocupadas en mis cultos”.

 

De a ratos nos revolcamos

en los vicios y placeres,

mientras desnuda paseamos

entristecida el alma,

encanecemos, nos arrugamos

día a día, poco a poco;

y cuando esto notamos,

empezamos a sentir,

que a pesar de haber corrido

¡y muchas cosas comprado!,

hemos vivido en vano...

o peor... ¡no hemos vivido!

 

Y creyendo que no es tarde,

buscamos desesperados,

queriendo deshacer todo,

queriendo dar marcha atrás,

levantando la cabeza

y mirando para el cielo,

pero vemos sólo estrellas,

el sol, la luna, planetas,

alguna nube que pasa...

mas, Dios: ¿Dónde estará?

 

Y empezamos preguntando

a los que dicen saber,

y ellos alegres nos dicen

que la verdad, ¡ellos son!

y nos enseñan rituales,

teología y hasta logran

que anotemos nuestros nombres

en ésa: ¡Su religión!

 

Y allí comienza otra senda

de búsqueda (interior),

antes lo hacíamos en el mundo,

ahora dentro del yo...

pero seguimos buscando,

¿será el lugar acertado?...

¿Será que adentro mío,

allí es dónde vive Dios?

 

Ahora discutimos cosas

de alta filosofía,

somos doctos, eruditos

y tenemos la creencia

que con astucia y con ciencia

conseguiremos la paz...

y repetimos el verso,

tanto, que lo creemos:

que todo eso que hacemos,

justamente es la verdad.

 

La anciana se muere sola...

el padre abandona al hijo,

el hambre es como un cinto

que rodea las ciudades,

en hospicios y hospitales

reina con saña el dolor...

y meneando la cabeza,

preferimos la cerveza

¡en vez de dar nuestro amor!

 

Tal vez alguno que otro

de verdad sea iluminado

y en sus últimos momentos,

cuando ya está que se muere,

entienda a Dios y hasta llegue

a comprenderlo en su amor

(de como Dios amó al mundo)...

pero saberlo: ¿Qué hace?,

eso no cambia nada,

¿o acaso alguien quiere

el amor de un moribundo?

 

Bueno, por hoy me parece

que voy a dejar de pensar,

debo ir a trabajar

y se me está haciendo tarde,

tengo que ganar mi pan

en esta tierra maldita;

voy a buscar, como todos,

tratando que alguien me halle;

tal vez hoy lo consiga...

o tal vez, al cruzar la calle,

¡un carro me acerque a Dios!