Quiero adivinarte antes de que hables,
saber lo que quieres sin que lo digas.
Recibir las caricias que invocamos
anhelar lo que suspiras
provocarte y recibirte
sin tener que pensarlo
de silenciosa manera.
Deslizarnos con naturalidad por la corriente del río,
en los rápidos agarrándonos excitados,
y saboreándonos despacio en los lentos meandros.
Superar el desgaste que el inmisericorde tiempo
con su áspera piedra de molino
la máxima prueba al amor impone.
Acercarme callado a la puerta de tu casa
y que esta se abra de par en par
sin empujarla.
Lugama
10 de junio 2016