Yo me acerqué hasta tu vida
con demasiado miedo,
¿por qué negarlo?
En el pecho me latían
todos los desengaños;
que me tiñeron gris los ojos,
risas sin sol en los labios,
y el dejaron el corazón
jadeante como pájaro cansado.
Te divisaba en la boca
un laurel de veinte años
y en la mejilla un suave
botón de flor sonrosado.
Y cuando dijiste: \"Te quiero\"
fue tu voz igual que un rio
de agua fresca en una tarde
calurosa de verano.
Se me vino encima el cariño
lo mismo que viento bravo
y quedé sobre el cielo
lleno de amor y gritando
cuatro versos bellísimos
para brindarlos a tus labios.
De la sien a la cintura,
de la garganta al costado,
¡Te amaré sin jolgorios
sobre el verde del campo!
¡Cómo marcha nupcial cantada
por el viento de mayo!
¡Con la luna grande y redonda
iluminando nuestro abrazo
y el olor de tu cuerpo mestizo
a trigo recién cortado!
\"Cómo puede un hombre
que peina canas y que
te dobla los años amarte tanto!
Es verdad que peino canas
sin en cambio, cuando abrazo
soy lo mismo que un alivio,
igual que un tierno ósculo,
manantial de aguas puras
que atraviesa el valle
humectando tus ojos
y una boca hecha de nardos
para desprenderte un suspiro
con el calor de mis labios.
Tú conmigo; yo a tu lado
respirando de tu aliento,
yendo al mismo compás
de tus pasos, refrescándome
las arrugas de la palma
de mis manos.
Soy ahora el centinela
de tus sueños,
hombro para tu descanso,
reposo de tus penas
y soporte de tu calvario,
quiero vivir y sobrevivir
para quererte y tenerte
todas las noches en mis brazos.
¡¿Qué importa que haya cumplido
cuarenta y pico de años?¡
¿En qué código de amores,
en qué partida de cargos,
hay leyes que determinen
la edad del enamorado?
Si para los cariños no hay edades,
ni senderos, ni años robados,
que el cariño es como un monte
con un letrero en lo alto
que dice sólo: \"¡Te quiero!\"
Y colorín colorado.