Ana y Sara eran amigas.
Noches y noches de risas y sonrisas entre ellas.
Ana reía, Ana sonreía.
Sara reía, Sara cantaba.
Pero Ana era cobarde, piadosa.
Sara era cabezona, orgullosa.
Las dos se enfadaron.
Ana no se acercaba.
Ana ya no ríe. Ana ahora solo llora, llora de dolor, de temor, pues solo recordaba el pasado y lloraba como era el presente.
Sara tampoco se acercaba.
Sara ahora no canta, solo se enfada, sufre, pero olvida, olvida todo el pasado y sonríe solo, por el presente.
Fue una amistad preciosa por años mientras duró, pero una combinación espantosa en cuanto acabó.