La vida es un poema
apenas te palpita entre los dedos
se marchita,
Ayer leí a Charles B.
y a William Carlos Williams,
poetas del realismo sucio americano,
aunque este último es un universo
en sí mismo...
difícilmente evaluable,
B. es diferente,
su sórdido mundo de alcohol
y vómito negro... repugna y atrae,
a partes iguales...
pero lo más sorprendente es percibir
que lo más grande del poeta
es su alma... y su suprema...
percepción de las cosas,
las musas no necesitan de sedas y oropeles
les basta la sencilla desnudez de la verdad.
Ayer leí a Bukowski... y me dije...
¿ Serías capaz de hablar al oído de la gente
con la misma determinación que él... ?
La ciénaga del cielo donde habitan los sueños
es un estercolero que nunca se marchita,
el mundo se suspende...
sobre la pobredumbre de la mentira,
ésta es el abono... sobre el que crece la estupidez,
y la desmedida ambición de la nada,
a veces quisiera ser uno de esos poetas
americanos que están de vuelta de todo,
inmersos en un mundo...
de anarquía y nihilismo,
un Arthur Rimbaud...
de la cerveza y de la holganza,
que se recrea en los vómitos ajenos
y en las enseñanzas perdidas de las
bibliotecas impúdicas de la ausencia,
pero en el fondo de mi ser
presiento mi condena...
soy un romántico
extrañamente decadente,
encadenado...
y condenado por siempre,
al imperio... de la mediocridad,
y de las buenas maneras,
no obstante...
hay días como hoy,
en los que me siento
extrañamente hermanado
con los poetas malditos,
aquellas almas heridas
de un pasado...
a veces no tan lejano,
y de un presente oculto
y aún por descubrir.