Navegué errante por el mar
siete largos años.
Las olas arremetían contra mi flota
posponiendo mi misión de ir a Italia.
Rogué ayuda al Dios Neptuno
desconociendo que me llevaría
hacia tí.
Me recibiste generosamente
alojándome en tus tierras.
al verte por vez primera
me quedé atónito
por tu imponente belleza
y el dorado de tus cabellos.
Desde ese instante
fuí cayendo en un torbellino de emociones
que tuvo su clímax esa noche
en que los relámpagos brillaban
y el estruendo de las nubes
hizo refugiarnos en aquella cueva
donde los astros fueron testigos
de nuestra pasión.
Nuestros cuerpos empapados de placer absoluto
se dejaron llevar por el frenesí
probando el dulce néctar de tu cuerpo.
Fuiste mía oh bella Dido ,
y cada noche volvías a serlo
en un encuentro fortuito y candente.
Mi alma se encuentra quebrantada
y mi ánimo entristecido.
Imploro misericordia
para este caudillo Troyano
que solo es víctima
del mandato de los Dioses.
Calma tu iracundo corazón
y no cometas ningún delirio vida mía,
que no soy digno del esparcir de tus lágrimas.
Sólo me queda encerrar
este dolor en mi pecho,
y proseguir con mi cometido.
Confiando que el tiempo
arranque de mi pecho tu recuerdo.