“Entre la locura y la cordura”
Del complejo laberinto de contradicciones
donde poco importan obras de literatura,
ya quisiera marcharme a un manicomio de letras
donde more cada anónimo genio y figura.
Al llevarles, en esta ocasión a colación
el tema de la chaladura y de la cordura,
pues pareciese que no pudiesen deslindarse
que están liadas con dorada y áurea costura.
Que desde el mismo momento de su nacimiento
ya se encuentra y enfrenta el hombre a una cruel hondura,
en un mundo inmundo de terribles paradojas
que nos acompañan a la fría sepultura.
Es el tiempo triste y carcelaria paradoja
nos tiene atrapados sin salida ni mesura,
locos en cuestión del amor y los sentimientos
con talante gitano en una osada aventura.
Acaso somos especie de graciosos péndulos
como especie de parábolas en herradura,
entre el lastimero llanto y las alegres risas
transcurre nuestra existencia sin abreviatura.
Y los hay quienes son como aquel desnudo rey
ante su pueblo, con aparente vestidura,
llenos de oropeles y creemos vernos bien
y no somos sino cómica caricatura.
De momento somos solo enanos o pigmeos
nos creemos gigantes de demasiada altura,
por la escasez de sencillez y de la humildad,
más, la prepotencia es vano signo de amargura.
Orates estamos en un discordante mundo
son muchos los urgen y requieren atadura,
por no confiar en la armonía tan natural
con su doble moral andan como caradura.
Los crímenes y adversidad de la humanidad
historia en síntesis su registro en escritura,
la ciencia cansada al probar tal realidad
va a la decisión volverse adicta a la locura.
Ya quiero salir ante el orbe como Quijano
con adarga, con mi gran fe y en cabalgadura,
para lograr resolver disímiles de entuertos,
a los depredadores meterlos en cintura.
Al extremo tanta letal enajenación
con odio a sus semejantes con enconadura,
de los muy desalmados fabricantes de guerras
que se han alocado el clima y la temperatura.
Y que cese ya la ley del hombre por el hombre
como explotación desenfrenada con locura,
entendamos pronto que el amor por nuestro prójimo
el ejemplo nos lo obsequia la madre natura.
Ni es difícil, ni imposible el poder entender
lo que como legado y herencia en la lectura,
el Redentor ofrece la eterna salvación
si obramos como cándidos niños con ternura.
Lo dice el bardo Rimbaud \"con ardiente paciencia\"
o con alegres juegos e infantil travesura,
para poder conquistar la ciudad de justicia
por una paz con majadería y con blancura.
Luego de un cuerdo delirio sobre el Chimborazo
y de un celebrísimo Congreso de Angostura,
dijo Bolívar en estertores de su muerte:
Tres grandes majaderos sin remedio ni cura.
Y que muy bien hoy se pueden contabilizar
son un trío en una historia sin enmendadura:
Jesucristo, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote
y ese genio Libertador por añadidura.
Por Hermes Varillas Labrador
1334 13/06/2016