Jugué a ser dios, a redimir el mundo
a hacer de ángel, de guía, de pastor
a sanar almas, a restañar heridas
a donar sangre, a cosechar amor.
Jugué con cartas marcadas y tramposas.
Creí hacer bien, cuando sembraba el mal.
Me equivoqué en los fines y en los medios.
Quemé las naves y me perdí en el mar.
Hoy me despierto en medio de la nada
acurrucado al este del Edén.
Mordí la fruta del arbol de la vida,
mordí la fruta, y la incité a morder
Hoy que el destierro me quema las entrañas
que la sequía me agrieta el corazón
veo tu fuente, me acerco y está seca
se ha roto el caño y el agua se pudrió
Jugué a se dios, a repartir las cartas,
sin tener pulso y sin saber jugar.
Quise se dios y soy un pobre diablo
buscando un hoyo donde morir en paz.