Se quedó prendado de mis mejillas
el ímpetu de su fragancia,
todavía las niñas de sus ojos cuelgan
de mis pensamientos como relámpago
que levanta polvos de tristeza.
Se llevó en su maleta mi sonrisa
y observé desde mi balcón cómo ella se
iba desvaneciendo con el atardecer, y cómo
caían a uno y otro lado del camino
los recuerdos.
Se marcharon tras de ella las coplas
de los grillos de la noche, y espantadas
del silencio, me negaron las luciérnagas
su luz dejándome en la penumbra.
Se llevó de mí muchas cosas y golpeó
mi mundo por completo, como un trompo
quedó mi destino, girando sin rumbo fijo.
Como una nave a la deriva que espera
divisar tierra en la lejanía,
como una isla silente que intenta
recuperar la calma después del vendaval.
Se llevó...en fin...se llevó hasta mis ganas
de llorar.