Compite el hombre necio contra sí mismo;
rivaliza el hombre insigne contra los elementos.
Te observo: Eres una barba picante, un soneto apático,
un alicaído anti-hombre que habla de sí mismo
y su “caritativo” envanecimiento.
Yo desafío tus perturbadas letras: Desafíame
si en tu interior existen ejemplos a seguir.
Yo te confiero mi heredad, corrupto gusano que saborea
gnosis en el barrizal de la omnipresente ignorancia;
yo te permito continuar viviendo como un ser vegetal
para que algunos estén al corriente que tras tu petulancia
por cabeza se oculta el maquillaje de un haragán.